estaba prohibida la traducción, a las lenguas populares, de las Escrituras que sólo
estaban redactadas en hebreo, griego y latín. Para la inmensa mayoría de la gente el
referente de la Palabra de Dios era sólo la enseñanza del magisterio eclesiástico, lo
que se prestaba a todo tipo de abusos. De hecho, la clerecía formaba una clase
social -privilegiada- aparte de la nobleza, el campesinado y la entonces naciente
burguesía.
Para su evolución personal y para la influencia que su pensamiento iba a tener sobre
sus contemporáneos fue decisivo el hecho de que su congregación agustina le enviase
a estudiar teología en la Universidad de Wittenberg. Esos estudios le capacitaron
para formular con rigor académico y teológico sus discrepancias con la práctica
eclesial y poder enfrentarse dialécticamente a los más eruditos teólogos de la época.
En la misma Universidad de Wittenberg y bajo la protección del elector de Sajonia,
Federico, se dedicó a difundir sus ideas religiosas que lo enfrentaban a la autoridad
de Roma. Se oponía a la autoridad del Papa, los votos monásticos, el celibato, el
culto a los santos, algunos sacramentos y la doctrina sobre las indulgencias así
como algunos dogmas como el del purgatorio. En 1517 clavó en la puerta de la
catedral un documento con sus 95 tesis que expresaban el contenido de su doctrina.
También expuso su teoría acerca de la justificación por la fe.
El Papa León X condenó a Lutero con la publicación de la bula "Exsurge domine".
La bula era quemada por el monje en diciembre de 1520 y el pontífice le excomulgaba.
En este punto hay que señalar que para entonces se había formado en Alemania un
movimiento de apoyo a Lutero que iba desde príncipes electores como el de Sajonia
hasta amplias masas de campesinos pasando por la burguesía. Este posicionamiento
significaba, de hecho, una ruptura con Roma, lo que motivó la intervención del
emperador.
Casi un siglo antes de Lutero, el checo Jan Hus protagonizó un intento de reforma
muy similar al suyo. Aunque no le faltaron apoyos y seguidores su movimiento
fracasó y él fue declarado hereje y condenado a la hoguera. En el siglo XVI, quizá
por la existencia de la imprenta (por la que se difundieron masivamente las tesis de
Lutero) y el agravamiento de las condiciones sociales, el movimiento de protesta y
rechazo del sistema pudo cobrar más ímpetu y consolidarse. Los campesinos estaban,
una vez más y como había ocurrido en toda Europa a lo largo de la Edad Media,
prestos a la rebelión. Las ideas de Lutero evocaban una igualdad evangélica que
constituía la negación del sistema imperante. La naciente burguesía necesitaba
emanciparse ideológicamente del poder y la enseñanza eclesial que había consagrado
durante muchos siglos el poder feudal. Las ideas de Lutero cuestionaban el
M
agisterio
y la autoridad eclesial. Los príncipes alemanes recelaban del absolutismo imperial
que podía implantar el joven emperador Carlos V, heredero de las coronas de
Castilla, Aragón, Nápoles y Flandes, donde ya se había consolidado ese poder frente
a la nobleza. La rebelión popular que se materializaba en torno a Lutero constituía