los/las niños/as aún no nacidos/as. Los nazis negaban la condición humana a los
judíos y a los gitanos que enviaban a los campos de exterminio. Siguiendo un similar
macabro procedimiento, los/las abortistas ignoran o retrasan el reconocimiento de la
naturaleza humana de los fetos hasta… ¿hasta cuándo?, ¿hasta la tercera semana?,
¿hasta el tercer mes?, ¿hasta el momento mismo del nacimiento?... las opiniones
varían, pero al final parece que sólo importa satisfacer a quienes reclaman ese derecho
a decidir. Es muy grave que progresen los proyectos de ley que permiten esa
monstruosidad. Algunos partidos políticos ceden a las peticiones a ese respecto:
los/las abortistas pueden votar, los fetos, no. Está claro que si los políticos ceden o
apoyan esa aberración es porque quienes la piden son lo bastante numerosos para que
resulte políticamente provechoso consentirlo. Lo que ocurre de hecho es que las
posturas que las formaciones políticas asumen sobre esta cuestión están en función
del electorado al que quieren atraer: tal como sea la gente de un país, así serán
también los partidos que tengan, y las leyes que éstos aprueben. ¿Qué pensar,
entonces, de una sociedad en la que se acaba legislando el consentimiento del aborto?
Si no se respeta a la persona humana en su más indefenso y sagrado estado, ¿se puede
esperar que en tal sociedad se llegue alguna vez a alcanzar metas de justicia e
igualdad en el terreno económico, en las relaciones inter-género, en las inter-étnicas,
en las internacionales…? El motivo es siempre el mismo, el egoísmo, la falta de
empatía o solidaridad humana. En España, tras el record de 118.611 abortos del año
2011, la tasa bajó algo pero se mantiene en torno a los 100.000 abortos anualmente.
¿Se puede estar orgulloso de pertenecer a una sociedad en la que tienen lugar tantos
asesinatos infantiles, y además con protección legal y asistencia de la sanidad
pública? Pienso que son malditas las leyes que permiten tales crímenes. Pero además,
¿se pueden compaginar los ideales humanitarios, que la izquierda tiene vocación de
defender, con esa práctica tan inhumana? Como se indicó más arriba, se lo intenta
justificar con un sofisma, una falacia, una falsa disyuntiva: se presenta como algo que
se hace en favor de alguien.
Se usan argumentos como el de que la preocupación por los aún no nacidos redunda
en perjuicio de los que ya nacieron y sufren penalidades. Como si los no nacidos
estuviesen en un platillo de balanza y los nacidos que sufren precariedad estuviesen
en el otro platillo, y fuese necesario que unos bajen para que otros suban, que unos
mueran para que otros vivan. Otra línea de argumentación enfatiza la desgraciada
situación o circunstancias que llevan a una mujer, o a una pareja, a recurrir al aborto.
No debemos olvidar que la función o tarea de la izquierda es precisamente la
construcción de un mundo en el que sean superadas esas carencias o dificultades para
la vida humana; la defensa de la igualdad, social y de género, de la dignidad y de la
vida hu
m
ana son parte inseparable del mismo programa liberador. El aborto no es
ningún tipo de solución a la amplia y diversa problemática humana.
R
echace
m
os
,
pues
,
sin complejos
,
el plantea
m
iento falaz que pretende que la defensa de
la vida hu
m
ana en su fase prenatal i
m
plica desatender o
m
inusvalorar la dedicación que
requieren otros problemas sociales. Los derechos humanos son inseparables unos de
otros, y el derecho a la vida no debe ser limitado por algún otro derecho.