N
o debe sorprendernos el derrotero que está to
m
ando el
S
ínodo de la
S
inodalidad en curso
. E
s
cierto que su convocatoria llegó a suscitar una cierta esperanza de refor
m
a en el sector de la base
eclesial que llegó a enterarse del te
m
a
. U
n sector
m
uy
m
inoritario pues ya desde el principio
el proceso sinodal fue coartado por el sector dirigente de la institución eclesial: el esta
m
ento
clerical, principalmente el episcopado.
P
ero eso no es nada extro
. S
i
,
de verdad
,
se trata de corregir el
m
ultisecular desencuentro entre
la clerecía y el laicado, debe tenerse en cuenta que la causa de esa desunión es la naturaleza
episcopal de la institución eclesial
. T
oda la organización eclesial pivota sobre ese esta
m
ento
clerical
. L
a propia nor
m
ativa de
S
ínodo asigna todo el poder de decisn a los obispos
,
y en últi
m
a
instancia al obispo de
R
o
m
a
,
que es quien lo convoca
,
lo puede suspender
,
quien acepta o rechaza
los temas a tratar y puede aceptar o no las conclusiones sinodales. Es él quien decidió la
inclusión de algunos laicos en el debate sinodal y quien eligió a las personas incluidas.
Un foro de esas características jamás asumirá la supresión del sector eclesial dominante. Se
repite hasta la saciedad la fórmula de “marchar juntos” pero se sobreentiende que quien
dirige la marcha es el orden episcopal. El Sínodo habrá servido para tomar el pulso al
laicado, y éste no está dando muchas señales de vitalidad. Seguirá siendo un eterno menor
de edad que necesitará del tipo de pastores que lo dirigieron hasta ahora. Sin duda habrá
algunos cambios, pero no cambiará la naturaleza clerical de la institución.
N
o debe descartarse lo del sacerdocio fe
m
enino
,
que tan insistente
m
ente se recla
m
a
. S
e harán
todos los ca
m
bios necesarios para que todo siga igual
. P
ero ni el sacerdocio fe
m
enino
,
ni la creación
de asa
m
bleas laicales ca
m
biará el cacter clerical de la institución
. H
ay que decir que ese esque
m
a
organizativo no refleja una decisn del
M
aestro
J
esús
. É
l no dio fór
m
ulas organizativas
:
L
o que
atéis en la tierra será atado en el cielo
. T
odo depende de nuestra capacidad de organizarnos
,
y
hasta ahora lo he
m
os hecho
m
uy
m
al
,
co
m
o lo atestigua la
m
ultisecular historia de la
I
glesia y el
hecho de que dos mil años después de Jesús estemos inmersos en esta problemática.
P
ero con cualquier organización
,
la
I
glesia no es un fin en sí
m
is
m
a
. E
s un
m
edio para
trabajar por
la i
m
plantación del reino de
D
ios que
J
esús anunciaba
. T
a
m
bién en eso transitamos una senda
errónea durante dos milenios, dirigidos por el tipo de pastores que tuvimos. ¿Seremos
capaces de darnos otro tipo de organización? Si queremos trabajar por la realización del
proyecto de Jesús de Nazaret, sus seguidores tenemos la responsabilidad de intentarlo.