L
a pri
m
era reunión del curso
2024-25
de nuestra co
m
unidad de
C
ristianos de
B
ase
,
el día 5 de
este mes, fue ocasión de replantearnos el tema de la misión de nuestro colectivo y nuestras
posibilidades de responder y trabajar por ella. En nuestro caso, hablar de una misión espe-
cífica significa y comporta la asunción de una determinada teología.
E
s sabido que los grupos de
C
ristianos de
B
ase
,
co
m
o el nuestro son expresión de la
T
eología
de la
L
iberación
que se encuadró en la to
m
a de conciencia
,
por parte del
C
oncilio
V
aticano
II,
del desfase que se fue produciendo
,
durante largos siglos
,
entre la enseñanza de
J
esús de
N
azaret
y la práctica de una
I
glesia que pretende basarse en ella
. P
ese al
m
encionado
C
oncilio
,
la
I
glesia
sigue e
m
barrada en su aleja
m
iento del espíritu del
E
vangelio
. T
iene
m
ucho poder en ella el apa-
rato jerárquico clerical que es precisa
m
ente fruto de esa larga tradición defor
m
adora y, por
su propia naturaleza, es un factor interesado en sofocar todo intento de realizar el proyecto
liberador del Maestro Jesús.
P
or la función que realiza
,
el aparato clerical de la
I
glesia es
m
ás heredero del sacerdocio anti-
profético del
T
e
m
plo de
J
erusalén que de los discípulos que
J
esús quiso elegir co
m
o seguidores
y realizadores de su proyecto profético y liberador
. E
s responsabilidad de ese esta
m
ento clerical
la elaboración de teologías especial
m
ente diseñadas para alejar a la gente del co
m
pro
m
iso del
segui
m
iento de
J
esús
. S
on teologías que orientan toda la actividad religiosa a la salvación del
alma y descuidan la aplicación a resolver los problemas del mundo.
E
n base a esas teologías alienantes se fo
m
entan for
m
as de espiritualidad que se constituyen en un
fin en sí
m
is
m
as y no en un instru
m
ento para asu
m
ir y seguir la enseñanza del
E
vangelio.
F
or
m
as
de espiritualidad que se basan en devociones
,
práctica sacra
m
ental
,
asistencia a cultos rituales
…
co
m
o los del sacerdote y el levita de la parábola del
B
uen
S
a
m
aritano que iban devota
m
ente a
su culto en el
T
e
m
plo y pasaron de largo ante el necesitado que estaba tirado al lado del ca
m
ino.
E
n una tal
I
glesia
, según
el esque
m
a teológico de los
m
odernos sacerdotes y levitas
,
estaría
m
uy
a gusto aquel joven rico del que nos habla en
E
vangelio
(M
arcos
,
10:17-30
),
que no se decidió
a seguir al Maestro cuando co
m
prendió el alcance y significado del co
m
pro
m
iso del segui-
m
iento de
J
esús
. C
o
m
prendió que en aquel
R
eino que Jesús le lla
m
aba a construir no había lugar
para ricos como él, o más exactamente, no había lugar para la formación de las diferencias
económico-sociales entre ricos y pobres.
E
sa desigualdad econó
m
ica
,
la estratificación en clases sociales con diferente poder econó
m
ico
,
es el resultado de una organización social que consagra la propiedad privada y establece el dinero
y el
m
ercado co
m
o instru
m
entos de gestión de la relación entre los hu
m
anos
. L
as clases do
m
i-
nantes de todos los tie
m
pos contaron con la ayuda de las castas sacerdotales para fo
m
entar la
pasividad de los opri
m
idos
. J
esús de
N
azaret y los profetas que le precedieron interpretaban de
otra
m
anera la voluntad de
D
ios
,
y pagaron caro su deseo de construir otro tipo de sociedad.
A
ctual
m
ente, las figuras destacadas de la
T
eología de la
L
iberación
y las
personas
que abogan
por otro tipo de sociedad
son perseguidas por la misma causa.
Si comprendemos cuál es el compromiso del seguimiento de Jesús, tendremos claro cuál es la
misión de colectivos como el nuestro y el mensaje que debemos transmitir a nuestro mundo
dominado por poderes opresivos y extraviado por teólogos que les sirven interesadamente.