Consumada la investidura del nuevo Gobierno, llegamos a ese momento en que,
tras el engañoso ambiente de todas las campañas electorales, lleno de promesas
que no se podrán cumplir, el país ha de enfrentarse al estado real de su situación.
Los nuevos mandatarios han empezado a dramatizar sobre la situación heredada,
como si no hubiesen sabido lo que les esperaba, y a explicarnos por qué no podrán
cumplir todo lo que prometieron. Esto nos recuerda inevitablemente otras
anteriores tomas de posesión por parte de otros equipos gobernantes. En esto el
país no puede llamarse a engaño pues también sabía lo que le esperaba.
La sociedad española, en su mayor parte, se pronunció en las pasadas elecciones
por una continuidad en la política que se ha venido aplicando durante los últimos
años. El apoyo electoral conseguido por el PSOE y el PP, así como por los
partidos nacionalistas que hasta ahora sostuvieron al primero y desde ahora
sostendrán al segundo, reflejan el actual estado de ánimo -o de desánimo- de una
población que no apuesta por una transformación progresista de la sociedad. Esto
constituye, hoy por hoy, el principal obstáculo para el progreso de una verdadera
alternativa de Izquierdas.
Dentro de ese marco de continuidad socioeconómica hay, no obstante, una nove-
dad política: tras más de doce años de Gobiernos del PSOE el bloque dominante
de la derecha política y económica se articula de un modo coherente. Hasta ahora
los representantes políticos de las burguesías nacionalistas tuvieron a nivel estatal
un aliado atípico: un partido originaria y nominalmente izquierdista que consentía
en ejercer desde el Gobierno una política conservadora neoliberal, un Partido Socia-
lista que no tuvo empacho en realizar el trabajo sucio propio de un Gobierno de
derechas: ajuste duro, políticas de contrarreforma laboral y reforzamiento de las
posiciones del capital en la línea de los criterios inspirados por el tratado de Maas-
tricht. Hoy, de alguna manera se normaliza la situación cuando es un Gobierno
formalmente derechista el que toma el relevo para seguir aplicando esa política que
le cuadra mejor a una formación política de tal ideología conservadora.
La reciente constitución del bloque político dominante nos sitúa ante la necesidad
de evaluar su naturaleza y sus posibilidades, y en consecuencia estudiar también
las posibilidades de la Izquierda en el nuevo marco político. Se especuló con una
pretendida debilidad orgánica del bloque político formado por el PP y los partidos
de las burguesías nacionalistas debido a las contradicciones entre éstas y la
burguesía estatal. Sin negar la potencialidad y la importancia de tales contra-
dicciones, lo cierto es que la situación es bastante más compleja. La alianza
política formada por esas fuerzas, y que permitió la reciente investidura de Jose
Maria Aznar como Presidente del Gobierno puede resultar más estable y más
duradera de lo que a primera vista parecía. No se puede responder de una manera
simple a la pregunta de si tales fuerzas constituyen una alianza natural o coyun-
tural. En lo que se refiere a las relaciones del Gobierno central con las Autonoas,
efectivamente, el acuerdo alcanzado es un arreglo, un apaño todo lo oportunista que
se quiera. En ese sentido la alianza es sólo coyuntural; el PP, en su afán por
obtener los apoyos políticos necesarios para la investidura, tuvo que dejar muchas
plumas y hacer muchas concesiones de lo que constituye la concepción estatal
tradicional de la derecha centralista española.
Mas por otra parte es innegable la convergencia de intereses de las burguesías cen-
tral y nacionalistas frente a los intereses y las reivindicaciones de los trabajadores
y las clases populares. En este sentido la nueva alianza es mucho más coherente y
natural que la que posibilitó los anteriores Gobiernos de Felipe González.
Por eso pueden carecer totalmente de fundamento las esperanzas, expresadas por
algunos dirigentes del
PSOE
, de que se vaya a elecciones anticipadas a corto plazo y
que las gane ese partido. Los actuales gobernantes conservadores pueden consoli-
darse en el poder y beneficiarse en la siguientes elecciones de ese cierto porcentaje
de sufragios que en nuestro país se dirigen siempre a apoyar al poder establecido.
Así pues, todo indica que nos encontrarnos ante un dilatado período en el que
abundarán las medidas antisociales y restrictivas sobre desempleo, mercado
laboral, pensiones... profundización en la liquidación y privatización de las
empresas del sector público, recortes en los derechos sociales, etc. En política
exterior continuará el compromiso y la alianza con las fuerzas más reaccionarias
del planeta. El Gobierno de Aznar no oculta su intención de integrar a nuestro país
en la estructura militar de la OTAN, y se está produciendo ya un endurecimiento
en las relaciones con Cuba.
Es sobre este sombrío trasfondo que queremos evaluar las posibilidades de
progreso de las posiciones de Izquierda. Pero al hablar de las posibilidades de la
Izquierda hay que tener presente que, en todo caso, una recuperación del poder por
parte del partido que dirige Felipe González tampoco sería, en la práctica, una
victoria y un avance de la Izquierda. Bastante claro quedó eso durante los pasados
doce años de Gobierno socialista. Como Gobierno, los felipistas fueron práctica-
mente una expresión del poder de la derecha, y como oposición se aprestan a hacer
una oposición de opereta.
F
elipe
G
onzález y otros líderes del
PSOE
recuperan la chaqueta de cuero
,
el puño en
alto y el lenguaje de los desca
m
isados co
m
o ele
m
entos de la pose y el talante de
oposición de izquierdas que quieren adoptar desde que fueron desalojados del
poder. Pero es bastante sinto
m
ático el hecho de que en su reciente
m
itin a los
socialistas madrileños, Felipe González sólo pudo criticar a los gobernantes del
Partido Popular por la política de hostilidad de éstos hacia Cuba. Justo es decir que
en este tema de las relaciones con Cuba fue mucho más correcta la postura
adoptada por el Gobierno del PSOE y ahora es justa y asumible la crítica que este
partido hace al Gobierno de Aznar. Pero ocurre que sólo pueden criticar al PP por
eso, pues en todo lo demás la política de Jose María Aznar es una fiel continuación
de la que desarrollara Felipe González durante su larga etapa de gobierno.
D
e ahí que cuando especula
m
os sobre las posibilidades de un progreso de las
posiciones izquierdistas en realidad este
m
os pensando en una verdadera alternativa de
izquierdas capaz de concebir y realizar un nuevo tipo de desarrollo en orden a
conseguir una economía más solidaria y una sociedad más justa
. C
apaz ta
m
bién de
e
m
prender una profundización de la democracia guiada por la ética y al servicio del
Estado social y democrático de derecho.
Es una vergüenza tener que constatar que a estas alturas tal proyecto de la
verdadera Izquierda parte prácticamente de cero. No nos puede servir en absoluto
como referente de izquierda la recién terminada etapa de gobierno del PSOE por
razones evidentes que no es preciso reiterar de nuevo. No es nuestra intención
demonizar y excomulgar de la familia izquierdista al Partido Socialista Obrero
Español. El futuro de esa organización, como el de cualquier otra existente, es una
página en blanco que los protagonistas escribirán como quieran y como puedan: bien,
mal o regular. Queremos decir, que no están cerradas para nadie las posibilidades
de enmienda y de retomar un camino correcto.
Pero es un hecho que esa enmienda no se está produciendo. El Partido Socialista
sigue estando dirigido por la claque felipista, gente comprometida con la política
conservadora y con toda la corrupción que tuvo lugar durante la pasada etapa,
personajes que están siendo procesados por el terrorismo del GAL y otras
ilegalidades, y otros que aún no están bajo proceso pero que pueden llegar a estarlo
a juzgar por el sesgo que está tomando la investigación. Tales personas, tales
dirigentes socialistas y el partido que se deja dirigir por ellos son, más que una
baza para la Izquierda, una rémora y una hipoteca. Con un izquierda así puede
dormir tranquilo el P.P.. Queremos potenciar e impulsar una Izquierda capaz de
enfrentarse con la derecha y que se distinga de la derecha.
Junio de 1996