Tan decepcionante proceder de los sucesivos Gobiernos del PSOE lógicamente tenía
que ir erosionando el gran apoyo popular que ese partido llegó a alcanzar. Sin embargo
el descenso de apoyo electoral no fue bastante profundo como para que perdieran el
poder político. De una u otra manera la camarilla felipista fue consiguiendo a lo largo de
trece años la posibilidad de seguir gobernando a los españoles.
Esta fidelidad a toda prueba de una parte considerable de su electorado, indujo a los
responsables del PSOE a creer que no tenían necesidad de tener un cuidado especial con
la política que realizaban y la forma en que la realizaban. Si debido a la gravedad de los
escándalos que se iban produciendo se detectaba inquietud en el país, con ocasión de
cada nuevo proceso electoral los candidatos socialistas y en especial el Presidente
Felipe prometían que se iban a tomar drásticas medidas para combatir la corrupción, y
dejaban entender que se iba a corregir el rumbo político en un sentido izquierdista.
Pero esos buenos propósitos pronto eran olvidados tras las elecciones. Se seguía gober-
nando exactamente igual que lo hubiese hecho la derecha, y de hecho se apoyaban en
fuerzas de derechas como los catalanes de Pujol para desarrollar la política que satisface
a todas las fuerzas de derechas así nacionales como internacionales. Y la corrupción y
las ilegalidades desde el poder siguieron invariablemente. Y lo peor de todo es que des-
de el mismo poder que tenía la obligación de combatir esa ilegalidad se pusieron trabas
para entorpecer la acción de la justicia e impedir que fuesen castigados los culpables.
Considerando que en EE.UU. se entabló proceso contra Hilary Clinton, esposa del Pre-
sidente, por su posible responsabilidad en una ilegalidad, y que en Italia se está proce-
sando a tres expresidentes del Gobierno, Berlusconi, Andreotti y Bettino Craxi por di-
versos delitos, como lo está siendo en Colombia el Presidente Ernesto Samper por su
relación con el narcotráfico y no hace mucho fue procesado por corrupción el Presidente
de Venezuela Carlos Andres Pérez, y también un expresidente mejicano, tenemos que
constatar que en esto y en otras cosas España es diferente. Aquí no se puede empapelar
a Felipe González que es tan culpable como todos ellos, y sigue en libertad Juan Guerra
a pesar de que varios tribunales establecieron su culpabilidad en varios delitos, como lo
está Mariano Rubio, Mario Conde, Javier de la Rosa y otros sinvergüenzas. Por las difi-
cultades que el Gobierno pone para el esclarecimiento de los hechos no prosperan los
procesos por los casos GAL y FILESA, y ni siquiera se pudo emprender una investí-
gación sobre las escuchas ilegales del CSID. Y además de no poderse esclarecer la res-
ponsabilidad del Presidente Felipe en esos escándalos, él, ciscándose en todas las nor-
mas éticas elude asumir la clarísima responsabilidad política que le incumbe.
El Presidente Felipe llegó a tal nivel de desfachatez que se permite insultar a los
españoles que tienen cierta sensibilidad sobre estos temas, y tan seguro se siente de que
lo seguirá apoyando una gran parte del electorado que incluso lleva su descaro hasta
presentar como candidatos en las listas del PSOE para las próximas elecciones a altos
inculpados en los escándalos del CSID como Narcis Serra, y de FILESA como Pascual
Sala, e incluso al exministro Barrionuevo actualmente sometido a proceso por su
responsabilidad en el terrorismo de los GAL.