E
s cierto que la frase que acuñó el
P
resi-
dente Felipe, a propósito de la presunta
implicación de la autoridad del Estado en
el asunto de los GAL, fue que el Estado se
defiende también en las alcantarillas. Pero
es lo mismo; hace ya más de diez años que
los intereses del Estado y los del régimen
felipista están tan confusamente mezclados
que es práctica
m
ente i
m
posible distinguir
unos de otros
. A
l igual que el rey Luis XIV
de Francia, Felipe González podría hoy
decir en nuestro país, y de hecho lo está
dicien-do de alguna manera con sus actos:
¡El Es-tado soy yo
!. E
n todo caso resulta
claro que la camarilla gobernante está
dispuesta a hacer en su propio provecho no
menos que por el propio Estado.
Y
lo está haciendo. En plan hortera y desde
las cloacas. Con desfachatez y echándole
morro al asunto. Con la misma desfachatez
y petulancia con las que se presentaron
hace doce años ante nuestro pueblo, al que
hicieron creer que sabían gobernar. Hoy
tenemos que asombramos de la magnitud
de la estafa.
El resultado de la incompetencia política
de esa pandilla de sinvergüenzas es la rui-
na de los sectores industrial, agrario y pes-
quero de nuestro país por las desgraciadas
condiciones en que fue negociada nuestra
integración en la Comunidad Económica
E
uropea. El desempleo llegó a alcanzar co-
tas ini
m
aginables, y hoy, mientras se echan
en falta aún las mejoras de la tan cacareada
etapa expansionista, se sigue cambiando
trabajo fijo por trabajo en precario: se
siguen destruyendo puestos de trabajo fijos
mientras todos los nuevos puestos que se
crean lo son bajo contratos basura. Esto
representa el más rotundo fracaso de una
dirección política que había prometido la
creación de cientos de miles de puestos de
trabajo y una enorme prosperidad que de-
jaría a este país al que no lo reconocería ni
la madre que le parió. Ese fracaso, y el he-
cho de carecer de capacidad y de un pro-
yecto político y económico para sacarnos
del atolladero, debería ser causa suficiente
-Si se obrase con honestidad- para dimitir
y buscar una salida política honorable. Un
hombre honesto obraría así... Felipe, no.
Los numerosos escándalos que se fueron
descubriendo durante los últimos años,
con responsables ligados a las esferas del
poder político, e incluso altos cargos elegi-
dos por el propio Presidente del Gobierno,
pusieron de manifiesto que se usó y se
abusó del poder de ese Gobierno para rea-
lizar actos ilegales y enriquecer a particu-
lares a costa del erario público. Si hubiese
habido una persona con dignidad al frente
del Gobierno, se hubiese retirado abochor-
nada por esa corrupción...
Felipe, no. Felipe se instaló en las cloacas
de la política, o instaló su política en las
cloacas, y sigue gobernándonos desde allí.
Seguramente piensa que é1 es precisamen-
te la clase de dirigente que nos merecemos
los españoles
. E
stá convencido de que al pue
-
blo español él podrá seguir chuleándole
cuantas veces quiera.
Una vez tras otra incumple las promesas
de cambio que hace. La justicia descubre
evidencias que cada vez apuntan más alto
en la responsabilidad de las esferas guberna
-
m
entales por los asuntos del
GAL
y
FILESA.
L
as figuras prestigiosas e independientes
que avalaron la voluntad de cambio en las
últi
m
as campañas electorales: Garzón, Ma-
riño... por no citar a Morán, se retiran
cuando se convencen de que fueron utili-
zados para engañar una vez más al públi-