poliza el poder político, responda verdaderamente a los intereses y a las aspiraciones de
la mayor parte de la población. Porque, en definitiva, democracia es el poder del pueblo,
la realización de las aspiraciones populares; y éstas pueden realizarse bajo diferentes
formas de poder político; pueden estar perfectamente atendidas bajo un poder político
unitario, y, en cambio, quedar frustradas bajo un régimen pluralista.
Cuando tiene lugar el apoyo popular a un régimen revolucionario, como ocurre en
Cuba, como ocurría en la Nicaragua sandinista, el imperialismo recurre al chantaje de
las invasiones de mercenarios o “contras”, y de los embargos económicos. El
imperialismo utiliza su prensa para pedir que los pueblos puedan elegir libre y
democráticamente a sus gobernantes, pero a la vez presiona y chantajea a los mismos
pueblos para que estos elijan a los gobernantes que convienen al propio imperialismo.
En realidad, tales embargos económicos y las condiciones de miseria que generan,
hacen que no pueda haber en los países afectados ningún tipo de democracia, ni con
pluralismo político ni sin él. Y esta es la finalidad perseguida con Cuba.
La potencia imperialista norteamericana no puede permitirse el lujo de que regímenes
revolucionarios como el de la
C
uba castrista y la
N
icaragua sandinista sean co
m
o un faro
para los pueblos de
I
beroa
m
érica
. N
o se trata sola
m
ente de que los antiguos propietarios
cubanos y los capitalistas nortea
m
ericanos de la industria turística recuperen sus posesiones
en la isla. Lo prioritario para el imperialismo es que a los pueblos iberoamericanos les
falte incluso el referente y la esperanza de liberación. Iberoamérica es el patio trasero, la
finca privada, del capitalismo yanki. A éste le es preciso que los pueblos de ese
continente se resignen a la situación actual y carezcan de perspectivas para cambiarla.
Por eso es muy interesante para el sistema de dominación actual que la revolución en
Cuba y en toda Iberoamérica sea derrotada ideológicamente. Esa es la finalidad de la
campaña actual de descrédito contra la Cuba de Castro; se trata de lesionar el prestigio
de la revolución cubana a base de balseros que abandonan la isla para emigrar a los
EE.UU. El aparato propagandístico se harta de repetir que ese es el resultado de varias
décadas de comunismo: la población huye del “paraíso” comunista arrostrando los
peligros de una travesía por mar en balsas.
Pero si recordamos como se llegó a esa situación, no podemos dejar de tener en cuenta
que lo que ocurre no es fruto del régimen comunista -como pretende la propaganda
imperialista- sino del bloqueo con el que el imperialismo chantajea al pueblo cubano.
Mientras, vemos que la situación económica no es mejor en muchos países
iberoamericanos y tercermundistas perfectamente encuadrados en las estructuras del
capitalismo mundial, y donde los correspondientes gobernantes gozan de todas las
simpatías de los EE.UU.. Y, cosa curiosa, muchos de esos gobernantes son, o fueron,
verdaderos dictadores como Fujimori o Pinochet, pero en su caso no existe amenaza
para la estabilidad del sistema imperialista mundial.
Mientras Fidel Castro y su régimen representen una amenaza de ese tipo para los
explotadores de la humanidad, nos sentimos muy orgullosos de solidarizarnos con su
resistencia, y hacemos un llamamiento a apoyar por todos los medios esa resistencia.
Septiembre de 1994