los trabajadores- proviene de la explotación del Tercer Mundo, que por el contrario se
hunde en el empobrecimiento, creciente endeudamiento y deterioro ecológico.
Actualmente, tras el hundimiento de los regímenes comunistas del área soviética,
definitivamente conjurado en Europa el peligro de una revolución socialista, las
corporaciones capitalistas se sienten lo bastante fuertes para imponer a los gobiernos
una política de liquidación paulatina y progresiva de las garantías del Estado del
Bienestar con la finalidad de aumentar la tasa de beneficios del capital.
Lo que se está poniendo a prueba en ese proceso es la capacidad de resistencia de los
trabajadores para contrarrestar la ofensiva de nuestros enemigos de clase. Ya hemos
visto que la ciudadanía francesa puede alcanzar victorias en esa lucha de resistencia.
Algo parecido pasa en otras zonas de Europa: hace unos años, ante la contundente
movilización de los mineros ingleses masivamente secundada por amplias masas de la
población de su país, el Gobierno británico se vio obligado a renunciar a su plan del
cierre de pozos mineros.
Pero también en esto “España es diferente”. Para empezar, aquí es nada menos que un
Partido Socialista el encargado de realizar una política especialmente concebida a favor
de los intereses del gran capital. Después, está el hecho de que gran parte del electorado
de este país -entre el que se encuentra una gran masa de trabajadores, pensionistas y
parados- apoyan con su voto a un partido como el de F. González con una política
claramente derechista o a un partido, como el P.P., de la derecha pura y dura. Y
finalmente, está nuestra neta incapacidad para contrarrestar esa política. Esta
incapacidad para una resistencia eficaz se debe no solamente -aunque también- a nuestra
pequeña fuerza electoral, pero sobre todo a la insuficiencia de las movilizaciones que
emprendemos. El día 28 de Junio tuvo lugar en Oviedo la manifestación regional,
convocada por los sindicatos, por el empleo.
Las fuerzas convocantes pensaban reunir 20.000 manifestantes, cifra nada exagerada
teniendo en cuenta la magnitud de la población asturiana y la gravedad de la crisis que
nos afecta. Pues bien, apenas se consiguió que participara en este acto la cuarta parte de
la cantidad prevista. Los cinco mil manifestantes de Oviedo del 28 de Junio representan
un porcentaje muy bajo de la población asturiana. En el mismo momento de la
manifestación había un gentío igual o mayor en la playa de Gijón.
Y lo mismo ocurría en otras playas y otros lugares de recreo de nuestra región. En
Oviedo mismo, en las calles adyacentes al desarrollo de la marcha, ignorando por
completo de nuestra manifestación y los motivos que la originaron, la mayor parte de la
población de la ciudad estaba haciendo vida normal, paseando, de compras, en las
cafeterías, o esperando la retransmisión de los partidos de la Mundial de Futbol.
Y sin embargo esa manifestaci6n, al igual que la Huelga General del 27 de Enero,
tenían tras de sí un gran esfuerzo organizativo y propagandístico de los sindicatos.
Puede decirse que, de alguna manera, esas movilizaciones constituyeron, a pesar de
todo, éxitos sindicales. Éxitos de movilización sindical, pero fracasos de movilización
social. Es decir, que hoy por hoy los sindicatos constituyen en nuestro país las únicas
estructuras importantes de articulación de la sociedad civil. Los demás movimientos