Los trabajadores de ENSIDESA nos encontramos actualmente en un proceso de lucha
por la defensa de nuestro nivel de ingresos y nuestros derechos laborales. Durante las
pasadas semanas tuvimos varios días de huelga, y previsiblemente habrá que proseguir
las movilizaciones por la consecución de un convenio razonable. La propuesta de
convenio presentada por la dirección de la Corporación Siderúrgica ha sido justamente
calificada por los representantes sindicales de la fábrica como una auténtica
provocación a los trabajadores. En efecto, se nos plantean para el presente año
reducciones salariales, o en el mejor de los casos una congelación salarial que, de
hecho, y teniendo en cuenta la inflación, constituye una considerable reducción de
nuestra capacidad adquisitiva. Paralelamente se nos quiere imponer también el recorte e
incluso la total desaparición de diversos derechos sociales.
Dado que los argumentos empleados por la dirección de la C. Sidergica para justificar
estas medidas son la mala situación económica de la empresa y la desfavorable
coyuntura del mercado de productos siderúrgicos, es conveniente que analicemos cómo
se ha llegado a esta situación. En alguno de los números anteriores de esta hoja
comunista de la fábrica ya dejamos constancia de cuanto tiene de artificial la
desventajosa situación de ENSIDESA para competir en el mercado siderúrgico. En este
articulo nos vamos a referir de una manera más general al conjunto de la siderurgia
española, y mostrar que durante la última década se tomaron en nuestro país decisiones
económicas, industriales y políticas que condenaban a muerte a nuestras empresas
metalúrgicas y sidergicas, tanto grandes como pequeñas. En nuestro análisis
intentaremos evitar, en la medida de lo posible, la inclusión de muchas cifras y datos
estadísticos, dando preferencia a señalar las ideas, las tendencias, las líneas generales y
los objetivos de las nefastas disposiciones de la dirección política e industrial que
gozamos durante la última década.
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os de decir que no es cierto que esté en crisis el mercado mundial de
productos siderúrgicos
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a producción y consu
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o de acero en el
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(
720 millones de
T. m.
en
1985
) y en la CEE (135,5 millones de T.M. en el mismo año), si bien disminuyó
algo en los años siguientes a 1985, a partir de 1987 no dejó de crecer, y superó las cifras
anteriores llegando a 783,5 millones de T. m. en el mundo y 139,6 millones de T. m. en
la CEE en 1989. Después, en un ciclo de tres o cuatro años -que culmina ahora- tuvo
lugar una cierta disminución. Hay actualmente algunos indicios de que nos encontramos
en el comienzo de otro ciclo expansivo de tres o cuatro años de duración.
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En nuestro país esas fluctuaciones operan de manera distinta (en lo que se refiere al
mercado de productos siderúrgicos) a la del resto de países europeos. Mientras nuestra
producción decae sin cesar, las importaciones de productos siderúrgicos aumentan
también constantemente. Si en las fases recesivas el deterioro de la producción
sidergica es mayor en España que en el resto de los países de la Comunidad
Económica Europea, y en las fases expansivas nuestras empresas no se benefician, o se
benefician menos que las de otros países, eso no ocurre por casualidad, ni por
incapacidad de nuestras industrias ni porque nuestros productos sean
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ás caros
. L
a causa
de la decadencia de nuestra siderurgia reside en las condiciones pactadas por nuestros
hábiles gobernantes para la entrada de España en el Mercado Común Europeo.
En el reparto de mercados a escala europea se decidió que a la industria siderúrgica
española había que aplicarle una drástica disminución de produccion. Los sucesivos
planes de reconversión industrial aplicados en ENSIDESA y en otras empresas
siderúrgicas españolas, que supusieron la perdida de una gran cantidad de puestos de
trabajo directos e indirectos, deben ser situados y comprendidos en ese contexto. Las
autoridades españolas se atuvieron escrupulosamente a los términos de ese
redimensionamiento de capacidad industrial que les imponían desde Bruselas. Esto
sirvió para la potenciación industrial de otros países europeos, dándose incluso el caso
de que algún país, como Italia, que debería recortar su producción, según los mismos
acuerdos, resulta que no se atuvo a lo pactado, e incluso aumentó considerablemente su
producción siderúrgica. Por la resistencia de esos países a la reducción, se ha llegado a
la ruptura de la negociaciones para la reestructuración de la siderurgia europea, pero
España llega a esa situación en una posición muy desventajosa para aprovechar las
posibilidades del ciclo expansivo que comienza.
H
oy nos encontra
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os con la triste herencia
,
el futuro de penuria y la ruina de i
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portantes
regiones industriales -como Asturias-, que los Gobiernos de Felipe González dejan a la
nueva generación de españoles. Semuy difícil, si no imposible, sacar a la industria
siderúrgica española (y a otros sectores productivos de nuestro país) del pozo en que la
sumieron los equipos de incompetentes que gobernaron en este país desde 1982. El
diagnóstico que nos merece la actual situación de la siderurgia española no puede ser
más pesimista.
Los estímulos del proceso de producción de la siderurgia integral son: 1°) en lo
inmediato, las necesidades, los pedidos, de las industrias de transformación, que
elaboran productos más acabados y con mayor valor añadido. Y 2º) en lo remoto y
definitivo, las necesidades y demandas del consumo, que actúan sobre todas las
industrias. Pues bien, ya vimos que las necesidades mundiales de acero no disminuyen,
sino todo lo contrario. Y en lo que concierne a nuestro país se puede decir otro tanto
pues como también vimos las importaciones de productos siderúrgicos crecen a medida
que disminuye nuestra producción. Es muy significativa a este respecto la evolución
registrada en nuestro país desde 1985 a 1990: la producción siderúrgica española fue en
1985 de 14,2 millones de toneladas, de las cuales se exportaron aproximadamente 7,8
millones de toneladas, mientras que las importaciones de acero en ese año no alcanzaron
los 1,5 millones de toneladas. Cinco años más tarde la situación se había deteriorado a
las siguientes cifras: producción: 13 millones de T. m., exportación 4,2 millones de T.
m., importación: 3,4 millones de toneladas.
Parece claro que nuestra industria siderúrgica no está en condiciones de satisfacer la
demanda nacional e internacional de acero. Y ello ocurre porque nuestros productos de
siderurgia integral cada vez tienen menos salida a empresas nacionales de elaboración
de productos más acabados, por la sencilla razón de que tales empresas fueron y siguen
siendo lindamente masacradas en España durante la década negra del Gobierno del
P.S.O.E. Seguro que no se nos olvidó la grave conflictividad que tuvo lugar en Reinosa
hace unos años. Hoy en nuestra propia región tenemos el caso de Duro-Felguera, por no
mencionar el del sector naval y otros. Liquidando esos sectores de la producción
industrial se restringe notable
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ente la franja de
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ercado a e
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presas como ENSIDESA y
se las condena a buscar salida exclusiva
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ente en una exportación cada vez
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ás difícil por
las inversiones que se hacen en países
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ás baratos
,
donde se puede explotar
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ás intensa-
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ente a los trabajadores, y con los cuales -desde luego- no podemos competir en precio.
Resumiendo: el mercado de productos siderúrgicos sigue siendo potente. Pero el
capitalismo pretende hoy cubrir esa demanda con menor coste, o más exactamente con
una mayor tasa de beneficio del capital, condenando a unos pueblos a la sobre-
explotación y a otros a un aumento del paro.
Y en esas estamos; nuestras penalidades y las dificultades que hoy tenemos para acordar
un convenio colectivo decente tienen como responsable en última instancia al
capitalismo monopolista internacional. Pero ese ente poderoso, lejano y multinacional
tiene como servidores a los diversos gobiernos nacionales. En España durante la última
década fue fielmente servido por los lacayos del partido de Felipe González. Hace pocos
días nuestro pueblo tuvo ocasión -con motivo de las elecciones para el Parlamento
Europeo- de pronunciarse sobre la gestión de esos desalmados. Pues bien, el resultado
fue que al fin el electorado de este país le paso factura al grupo político que labró
pacientemente la ruina de los españoles durante 12 años. Dado el resultado de las
últimas elecciones el Partido de Felipe González no puede y no debe seguir gobernando
este país. Pero sería un error por nuestra parte pensar que el Partido Popular, que
alcanzó una resonante victoria en las votaciones del día 12, será una verdadera
alternativa a los sinvergüenzas que gobernaron desde 1982. El Partido Popular es otra
pandilla de lacayos del mismo capitalismo monopolista.
Nuestra situación es suficientemente grave, y es necesario que tomemos conciencia de
ello para que podamos luchar seriamente por la aplicación de las medidas necesarias y
acertadas. En la actual situación no nos queda otra alternativa que seguir luchando y
resistiendo, siendo conscientes de que la situación no nos favorece, pero de que tenemos
que volcarnos para provocar en la situación un cambio favorable a nuestros intereses.
Junio de 1994