Saludos a todos, y gracias por vuestra asistencia. Se os convocó para que veamos
entre todos un problema que nos preocupa; que el Espíritu de Dios nos asista, lo
vamos a necesitar.
En la reunión anterior de este Foro de Cristianos GASPAR GARCÍA LAVIANA
se vio la conveniencia y la necesidad de que la próxima movilización del 8 de
marzo, reivindicando la igualdad de derechos para la mujer en todos los ámbitos de
la sociedad, tenga el apoyo social que merece una causa tan justa, sobre todo
teniendo en cuenta que se están generando fuerzas políticas de extrema derecha que
atacan con agresividad, entre otras cosas, especialmente al movimiento feminista. Y
consideramos que entre las organizaciones que apoyan las justas reivindicaciones
de las mujeres no podía faltar nuestro Foro de Cristianos GASPAR GARCÍA
LAVIANA.
Intentando definir cuál podría ser nuestra participación en la movilización de esa
jornada del 8 de marzo, enseguida se vio que entre todos los ámbitos sociales en los
que la mujer está marginada, quizá uno donde la mujer está más postergada es
precisamente nuestra Iglesia. Esto planteó la cuestión de si convendría que nuestra
participación debería tener un pronunciamiento específico de protesta sobre la
situación de la mujer en la Iglesia. Y se consideró que una inciativa de ese tipo no
debería limitarse al ámbito de nuestro Foro sino que debería enmarcarse en un
colectivo más amplio que abarcaría a grupos de cristianos que tienen una
sensibilidad similar a la nuestra sobre esta cuestión.
Así nació la idea de convocar esta reunión. No traemos a ella una propuesta
concreta. Lo que se haya de hacer saldde lo que aquí se decida. Lo que traemos
es un breve texto en el que se aborda la problemática de la participación en la
Iglesia, sobre todo la femenina.
Pero la cuestión es: en el caso de que se apruebe ese texto, con o sin
modificaciones, ¿a quién enviarlo? ¿a la jerarquía? ¿a la feligresía? ¿a ambos? El
problema es que en la Iglesia, tal como está estructurada, no existen cauces para
este tipo de comunicación. La comunicación horizontal (entre los fieles) no está
contemplada en el funcionamiento eclesial. Su estructura vertical tampoco admite
la comunicación de abajo hacia arriba, sólo de arriba hacia abajo. En los sínodos de
obispos, los fieles ni están ni se los espera; los obispos, cuando hablan y deciden,
sólo se representan a mismos; además de no haber sido elegidos por su feligresía,
tampoco recogen aspiraciones o sugerencias de ella, al contrario, le recetan ellos lo
que la gente debe creer y pensar.
Igualmente frustrante es el sistema conciliar. Sabemos cómo fracasó la aplicación
de las disposiciones del último concilio. Pero el problema es mucho mayor; ese
concilio ya nació muerto; se hurtaron a su discusión, desde el principio, una serie de
temas. No sólo el del celibato de los eclesiásticos, que también, pero está el de una
teología dogmática inasumible, un culto alienante que no refleja ni favorece la
piedad popular, una jerarquía desligada de todo tipo de representación y
participación de la base eclesial. ¿Puede una institución así erigirse, como pretende,
en mediadora entre Dios y la humanidad? ¿No estará contribuyendo, más bien, al
alejamiento de los hombres de Dios?
Con razón nos hemos quejado en el pasado de que los papas no habían sabido estar
a la altura de su misión para promover los cambios pertinentes. Pero actualmente,
cuando parece que hay obispo de Roma consciente de la necesidad de reformas en
la Iglesia, ¿no le estamos fallando no brindándole el apoyo necesario para afrontar
la formidable oposición que está encontrando en la cúpula eclesial? Se echa en falta
una movilización del laicado para romper la situción de bloqueo que se aprecia en
la Iglesia. ¿QUÉ HACER? Esta puede ser una ocasión para que pensemos en voz
alta sobre esta coyuntura en la que nos encontramos.