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Recientemente escribí un artículo, para su publicación en la revista de la
Asociación
Asturiana de Esperanto
, en el que comentaba la situación política española durante
los últimos meses y más concretamente el resultado de las elecciones generales del
pasado domingo, día 26 de junio. Su contenido, en español, puede ser útil para los
no esperantistas que deseen conocer mi opinión sobre el tema.
Como es sabido, durante el pasado medio año nuestro país vivió una gran crisis
política y el asunto parece que se complica tras las recientes elecciones. El Gobierno
del partido derechista presidido por Mariano Rajoy se caracterizó por el aumento de
las diferencias económicas y sociales entre los más ricos y los más pobres. Los
conflictos laborales y ciudadanos fueron sofocados por la brutalidad policial
amparada en una legislación especial que el Gobierno llama
Ley de Seguridad
Ciudadana
pero a la que popularmente se la conoce como
Ley Mordaza
”. Las
empresas públicas, estatales, fueron privatizadas, muchos trabajadores perdieron su
empleo y pronto después perdieron también su subsidio de paro. Los bancos
expropiaron y siguen expropiando las viviendas hipotecadas de los ciudadanos que
no pueden seguir pagando sus hipotecas por no tener ingresos económicos.
M
uchos/as jóvenes tuvieron que emigrar para poder trabajar y vivir.
E
l poco empleo que
se crea es en unas condiciones de precariedad que se resumen en la fórmula “contratos
basura”. Disminuyó y sigue disminuyendo el poder adquisitivo de los pensionistas.
Se privatizaron hospitales y se redujo el presupuesto estatal destinado a la Sanidad y
otros servicios sociales. Las listas de espera para operaciones y otros servicios médicos
están adquiriendo carácter de tragedia para muchas familias que tienen que sufrirlo.
Se redujeron también los fondos para el sistema educativo, de lo que resulun gran
perjucio para la enseñanza. También se encareció el coste de los servicios judiciales.
A todo esto hay que añadir los muchos escándalos por casos de corrupción en los
que están implicados muchos políticos, la mayoría pertenecientes al P.P.
A decir verdad, todas estas lacras de la vida política de nuestro país no son específicas
del partido derechista actualmente en el Gobierno. Durante los últimos 35 años se
alternaron el el poder el
Partido Popular
y el
Partido Socialista
, y, más o menos, la
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corrupción y la política antisocial fue similar con ambos. De hecho, ambos partidos,
con la colaboración de otros partidos regionales de derechas, aprobaron un cambio
constitucional que da prioridad al pago de la deuda a los poderes económicos
internacionales en perjucio de los servicios sociales a los ciudadanos españoles. En
el año 2011, cuando presidía el Gobierno socialista JoLuis Rodríguez Zapatero,
tuvo lugar en Madrid y otras ciudades españolas una gran movilización social
conocida como el
Movimiento del 15 de mayo
, (15-M), y también
Movimiento de los
Indignados
, que duró varias semanas y que fue calificado como “antisistema”. De
alguna manera esa movilización puede ser considerada como revolucionaria en el
sentido de que era expresión de un gran cambio que estaba teniendo lugar en la
mente de las masas populares y además contribuía a difundir esa idea en el conjunto
del pueblo español. El cambio en cuestión era que las masas comenzaban a perder
la confianza en el sistema sociopolítico existente y en los partidos que realizaban la
gestión de ese sistema. Eso se puso de relieve en un eslogan que nació espontánea-
mente en la movilización y que después se acuñó como fórmula utilizada en
muchas manifestaciones. El eslogan era: «No nos representan». Se referían al
sistema y sus partidos, principalmente los dos mayores de ámbito nacional.
Para ir comprendiendo lo que ocurrió en las elecciones del pasado domingo,
conviene recordar que mientras tenía lugar esa movilización del 15-M, hubo en
España elecciones municipales y autonómicas, y en ellas el resultado fue similar al
de procesos electorales anteriores, es decir, los dos partidos del sistema seguían
bien instalados en las estructuras del poder, y en las elecciones generales de
diciembre de ese mismo o el Partido Popular obtuvo mayoría absoluta. Seguía
bien implantado y dominando la escena el bipartidismo del sistema, lo que debe
hacernos dudar de la veracidad del aserto de que: «No nos representan».
Ya se describió la política realizada por el P.P. durante su último peodo de gobierno.
En teoa, esa potica debería haber seguido fomentando en la mente de los españoles
la desconfianza hacia el sistema y sus políticos. Y a parecía estar ocurriendo, aunque
hay que adir que la coalición Izquierda
Unida
, de influencia comunista, que tenía
cierta implantación, aunque muy inferior al de los dos grandes partidos del sistema,
por alguna razón, que después veremos, no se estaba beneficiando de la desilusn que
las masas estaban sufriendo sobre los políticos tradicionales. Quienes estaban expresando
el espíritu de los indignados del 15-M eran unos pequeños partidos y movimientos
que estaban naciendo. Ejercían su influencia principalmente en las nuevas generaciones
y en los sectores que sentían más rechazo a la corrupción que estaba teniendo lugar.
Súbita e inesperadamente, en las elecciones de 2014 para el Parlamento Europeo,
uno de esos pequeños movimientos,
Podemos
, obtuvo un resultado considerable: 8
% de los votos del país con la adquisición de 5 de los 54 diputados europeos del país.
Es de resaltar que esos hasta entonces desconocidos de la candidatura de
Podemos
consiguieron más votos y diputados que el partido de la izquierda tradicional en la que
se encuadran los comunistas
. Tras su legalización como partido formal, esa organización,
que era catalogada como antisistema, participó en los siguientes procesos electorales
de nuestro país obteniendo unos resultados que la iban potenciando como una fuerza
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política digna de ser tenida en cuenta. Su estilo, principalmente sobre la democracia
interna de la organización, fue imitado por otros partidos. Tuvo alguna repercusión
también en la derecha política de nuestro país: nació un nuevo partido burgués,
llamado Ciudadanos, que basa su discurso político en la condena de la corrupción
y otros aspectos negativos del Partido Popular de Rajoy. En las elecciones
municipales y autonómicas del año pasado, el partido del Gobierno sufrió un cierto
descalabro. Ello fue interpretado como el anuncio de una próxima pérdida del poder
político de ese partido en el conjunto del Estado. La votación correspondiente tuvo
lugar el pasado 20 de diciembre, con la novedad de que esta vez había no dos sino
cuatro grandes partidos compitiendo por los votos de los españoles. Izquierda
Unida seguía siendo una fuerza política de segúnda categoría y fracasaron las
gestiones para que se presentase a las elecciones en coalición con Podemos.
Es el momento de aclarar la causa de la situación de congelación de las fuerzas
comunistas, no sólo en España sino en todas partes, principalmente en Occidente.
Por su propia naturaleza, los comunistas tienen (tenemos) la vocación de cambiar
el mundo de base, erradicar la explotación, construir la sociedad comunista… Para
la realización de ese programa es necesaria la intervención de la masas, pero las
masasno son un colectivo homogéneo. Algunos sectores de ese colectivo pueden
estar condicionados por el miedo, la ignoracia o el egoísmo, o por combinaciones
variables de todas esas cosas No pocas personas, incluso de las clases des-
favorecidas de la sociedad, pueden temer, y de hecho temen, emprender procesos
revolucionarios. La gente sabe, aunque sea de manera subconsciente, que esos
procesos son difíciles, penosos, peligrosos… e irreversibles. Por tanto, hay pereza a
emprender esos caminos sin retorno. Según la lógica de la lucha de clases, los
oprimidos deberían estar prestos a emprender el proceso revolucionario, pero
prefieren aplazar esa tarea para que la realice la siguiente generación. Y además
están aquellos sectores populares que, aunque víctimas del sistema, no quieren
cambiar el sistema. Luego analizaremos con más detalle esa cuestión.
En la votación del 20 de diciembre del pasado año ninguno de los cuatro principales
partidos obtuvo suficiente fuerza para formar nuevo Gobierno, y no fue posible
establecer coaliciones capaces de realizarlo. Todos rechazaban a Rajoy por la
corrupción de su partido. Y el Partido Socialista, fiel a la tarea que le asignó el
imperialismo, de ser en nuestro país un puntal del sistema capitalista, estaba
totalmente decidido a no coaligarse con Podemos e Izquierda Unida. Su líder,
Pedro Sánchez, pretendía recibir gratis el apoyo que la izquierda, comunista o no,
estaba dispuesta a darle para que presidiese un Gobierno de progreso. Pero él,
aunque los partidos de izquierda eran la llave para acceder al Gobierno, prefirió
tratarlos como felpudo. No estaba dispuesto a aceptar ninguna de sus peticiones
programáticas de izquierda. Prefirió rebajar su propio programa social-demócrata
para avenirse con el derechista Ciudadanos, aunque éste le aportaba menos apoyo
parlamentario. Así se confirmó, una vez más, la justeza del aserto de Lenin de que
la socialdemocracia es la última trinchera de la burguesía y el capitalismo.
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Desde enero hasta ahora se intentó, en vano, componer un nuevo Gobierno. Entre
otros defectos, nuestra Constitución permite, e incluso impone, esa lenta gestión de
tales asuntos. El caso es que las siguientes elecciones generales no pudieron tener
lugar hasta el pasado 26 de junio. Con relación a las elecciones anteriores, esta vez
había una novedad: Podemos e Izquierda Unida se presentaron en coalición
preelectoral, en candidaturas comunes en todas las circunscripciones, para
aprovechar mejor el reparto de escaños según la cantidad de votos. Esto hizo
concebir grandes esperanzas sobre el resultado electoral para la izquierda. Además
durante los seis meses pasados desde las anteriores elecciones habían aparecido más
casos graves de corrupción de poticos del Partido Popular y del propio partido como
responsable de los escándalos. Las encuestas con pronósticos sobre el resultado
electoral auguraban un gran éxito y fortalecimiento de la coalición Podemos-I.U.
que se presentaba bajo el título Unidas Podemos. El der de esta formación, Pablo
Iglesias, durante la campaña electoral repetía sin cesar que ya que no sería posible
obtener una mayoría absoluta se debía contar con los socialdemócratas del PSOE
para formar el nuevo Gobierno. Él mismo llegó a definirse como socialdemócrata
en uno de esos gestos que pretenden atenuar las contradicciones ideológicas para
facilitar el entendimiento. En resumen, todos contaban con la posibilidad de superar
de alguna manera al gobernante partido de la derecha que, inexplicablemente, a
pesar de la corrupción y su gestión antisocial seguía estando bien valorado en las
encuestas. Sus líderes, al igual que los socialistas, atacaban en la campaña electoral
a Unidos Podemos, asignando el título de “comunistas” a todos los miembros de
esa coalicción aunque sólo una pequeña parte de ella lo eran.
Pues bien, la votación es bastante reciente, pasaron sólo tres días de ella cuando se
escriben estas neas. El resultado fue una gran sorpresa, un verdadero shock. El
Partido
Popular
mejoró su posición con relación a las elecciones de diciembre. Rajoy y sus
corruptos compañeros de partido obtuvieron, aunque no una mayoría absoluta, una
catidad suficiente de diputados que les permite la continuación de su Gobierno con
el apoyo de otros grupos de la derecha. El Partido Socialista cosechó la mayor
derrota electoral de sus 137 años de historia. Perdió diputados también Ciudadanos
el otro partido de la derecha, que pretendía medrar a costa del previsible desgaste
del P.P. Para los electores españoles no parecen tener importancia los muchos
asuntos ilegales de los que es responsable el partido gobernante. En todos los sitios
en los que tuvieron lugar escándalos por corrupción, el éxito electoral del partido de
Rajoy fue incluso mayor que en ocasiones anteriores. La coalición de la izquierda
no perdió ningún diputado con relación a las elecciones de diciembre, pero eso es
un fracaso pues se esperaba que por haber efectuado la coalición debería obtener
mayor cantidad de diputados elegidos. ¿Qué ocurrió?
Ahora todos se preguntan porqué ocurrió eso. ¿Porqué gran parte del electorado español,
contra todo pronóstico, hizo precisamente lo contrario de lo esperado? Incluso los
expertos en encuestas políticas no comprenden tal desfase de sus pronósticos.
Incluso los propios vencedores no esperaban ese resultado. Se constató que el
porcentaje de votantes fue extraordinariamente bajo y se atribuye eso al hecho de
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que los ciudadanos españoles pueden estar cansados de tener que ir tan frecuente-
mente a las urnas. Pero eso no aclara por qué la abstención perjudicó a la izquierda.
Estos días se están reuniendo los responsables de los partidos que fracasaron en las
elecciones. Según la costumbre tradicional en tales casos, los líderes de la izquierda
están haciendo declaraciones en un tono autocrítico afirmando que los votantes no
comprendieron su mensaje, o que ellos no acertaron a transmitir ese mensaje. Mi
modesta opinión es que ocurrió precisamente lo contrario. Gran parte de los
españoles que votaron y otra gran parte que se abstuvo, obraron como lo hicieron
precisamente porque captaron certeramente el mensaje de Unidas Podemos. Por
supuesto, en tan gran masa de ciudadanos hay muchísimos pobres, muchísimos
explotados, desempleados… Según el esquema de la lucha de clases ellos deberían
preferir la izquierda política, y en cierto sentido la prefieren. Aqtengo que decir
que las encuestas que pronosticaban un auge del voto de la izquierda no estaban
equivocadas. Fue precisamente la publicación de esas encuestas lo que incidió en el
proceso electoral para cambiar el sentido del voto de muchas personas. Esto no
tiene nada de extraño, si alguien predice una catástrofe y se le tiene en cuenta, se
toman las medidas adecuadas para evitarla, y así no se cumple la predicción. Para la
gente que, aunque no pertenezca a la clase dominante, no aspira a la destrucción del
sistema, el pronóstico del triunfo de la izquierda era la predicción de una catástrofe,
y tomedidas para evitarla. En los mítines de la coalición de izquierda, entre
otras frases propagandísticas se decía: “la votación del día 26 de junio será como un
referéndum en el que se deberá elegir entre el pasado y el futuro”. Pues bien, la
ciudadanía española, votando o absteniéndose, decidió elegir el pasado en contra de
sus intereses de clase. ¿Por qué?
Ya sugerí mi respuesta cuando describí el motivo del bloqueo de las organizaciones
comunistas en muchos países, principalmente en Occidente. El motivo podría ser
resumido en la frase “Miedo a la libertad”. Es el titulo de un libro importante de un
famoso psicólogo, que estudió con atención el fenómeno de los colectivos humanos
que se sienten incapaces, en las ocasiones decisivas, de actuar adecuadamente para
realizar tareas importantes y necesarias. A esa frase yo añadiría también “Miedo a
la igualdad” y “Miedo a la fraternidad”. Libertad, Igualdad y Fraternidad es la
divisa de una gran revolución en la cual la cultura occidental pone el énfasis como
ideal que la define. Pero esa fórmula ya no define la naturaleza de la cultura de
Occidente, si es que alguna vez lo hizo. En las sociedades en decadencia reina lo
el egoísmo, se aspira sólo a ganar dinero, no se estiman los idealesEl ideal de la
Libertad postula enfrentarse a los poderes económicos que oprimen a los pueblos;
y la gente decadente y egoísta no se atreve a emprender esa tarea. El ideal de la
Igualdad postula aspirar al Comunismo, a la abolición de la propiedad y el dinero,
una sociedad en la que ningún ser humano sea más rico ni más pobre que los
demás; y la gente ignorante y egoísta no concibe vivir en tal sociedad. El ideal de la
Fraternidad postula recibir a los millones de subsaharianos y sirios que buscan
refugio entre nosotros; y la gente temerosa y egoísta no es capaz de practicar esa
hospitalidad fraterna. En los países de esta sociedad occidental florecen los
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movimientos fascistas que se oponen a esos ideales, y se reelige a políticos como
M. Rajoy que postulan el sometimiento a los poderes financieros que dominan en el
mundo, apoyan el capitalismo y rechazan la emigración de refugiados extranjeros.
Se les vota precisamente por eso.
La campaña electoral del P.P. fue muy certera y sabia. La propaganda televisada de
los mítines de ese partido insistía en que votar por la candidatura de la coalición
izquierdista significaba apoyar un poder que pondría a nuestro país en peligro de
verse como Venezuela y Grecia. El mensaje que esa propaganda pretendía sembrar
en el subconsciente de las masas era que si se desafiaba a los poderes financieros
internacionales que los partidos del sistema representan, como hicieron los dos
países mencionados, España corría el peligro de sufrir parecidas dificultades a las
de Venezuela, donde faltan los productos más necesarios, las medicinas… o como
Grecia, que fracasó en su intento de aliviar el pago de la deuda y además tuvo que
reducir las pensiones. A los dominadores del sistema capitalista les interesa mucho
que en los países donde se les desafía, todos los asuntos funcionen mal, que la
población sufra grandes penalidades y dificultades, y procuran, por todos los
medios que les proporciona su poder, provocar esas dificultades. Así ocurrió en
Cuba durante muchas décadas, en Venezuela, Boliva, Brasil, Grecia…
Gran parte de la población española, aunque de manera no totalmente consciente,
tomó buena nota de esa amenaza. Pero es que, además de la gente que siente miedo
a emprender caminos sin retorno, está también la que no quiere emprender esa
senda. Muchos explotados del capitalismo, no aspiran a suprimir ese sistema.
Mucha gente que perdió su trabajo y su vivienda, o que no lo encuentra, quiere
solucionar su problema, pero dentro del sistema, no se plantea rechazarlo. Muchas
personas perjudicadas de una u otra manera por los dominadores del sistema, se
sienten verdaderamente representados por los gestores del sistema. Rajoy, el
Partido Popular, los banqueros, la curia vaticana, la OTAN, todos los símbolos del
poder del sistema, son respetados por una gran parte de las víctimas del sistema,
que se sienten reprentados por esos poderes, y reaccionan en su defensa cuando se
les amenaza y se proponen alternativas al mismo. A esa actitud los psicólogos lo
llaman “síndrome de Estocolmo”.
Fue ese tipo de reacción lo que puso fin al hasta entonces imparable ascenso de
Podemos y sus aliados. Hasta entonces esa organización política no había des-
pertado mucho temor y rechazo. Al pricipio se apoyó a sus candidaturas como una
manera de protestar contra los exagerados abusos del poder y para castigar un poco
al Gobierno derechista. Fue la etapa “transversalista” de Podemos, cuando no se
definía como una organización de izquierda. Aquellos muchachos simpáticos,
relativamente jóvenes, no parecían capaces de poner en peligro al sistema. Introdu-
cían un poco de aire fresco en el marasmo de la política española, y eso era bien
visto por todo tipo de personas, incluso de personas sin una gran conciencia de clase.
Pero esa ambigüedad no podía durar indefinidamente. Se impuso la tozuda realidad
de la lucha de clases; la clase dominante vio el peligro y reaccionó. La gente que,
explotada o no, se siente identificada con el sistema y no desea cambiarlo, percibió
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que la coalición con Izquierda Unida y la intención declarada de atraer al Partido
Socialista a una política antisistema demostraba que la cosa iba en serio, y
reaccionó. Desde ahora el plan de los dominadores del sistema será integrar a
Podemos como integraron al PSOE, y así puede llegar a gobernar alguna vez, pero
a favor del sistema, como el PSOE, o congelarlo como a I.U. y quedar para
siempre como una organización de segunda categoría, como I.U., con un pequeño
poder municipal que no le hace ni cosquillas al sistema.
Este esquema de frenado de procesos revolucionarios funciona en todas partes, o en
muchos sitios, y siempre, o en muchas ocasiones. A decir verdad, para que se
concreten en la realidad procesos revolucionarios es preciso que las sociedades en
cuestión sufran una crisis de características trágicas que las empujen en esa
dirección. Por ejemplo las gloriosas revoluciones de Francia (1789) y Rusia (1917),
en realidad no fueron tan gloriosas como se supone. Los parisinos que asaltaron la
Bastilla el 14 de julio de 1789 se vieron empujados a esa acción bajo la presión de
unas circunstancias urgentes e inevitables. Si ellos no hubiesen emprendido esa
acción heroica la población de París hubiese sido masacrada por los mercenarios
que estaba enviando el rey Luis XVI, y habiendo adoptado esa actitud ya no podían
retroceder en su curso revolucionario. Y en Rusia en 1917, los soldados,
campesinos y obreros debieron reaccionar a la situación demencial creada tras
varios años de intervención en la Primera Guerra Mundial, cuando se estaba
enviando al matadero que eran los frentes de guerra a miles y miles de jóvenes. Por
suerte, nuestra sociedad española no se encuentra en una situación tan
catastrófica todavía. Si se sigue apoyando a Gobiernos como el de Rajoy, las
contradicciones del sistema capitalista pueden conducirnos a ese tipo de tragedias.
Entonces, ¿qué hacer? Si mi interpretación de la situación es correcta, otro camino
al progreso social se habrá cerrado en nuestro país. Sin la participación de las masas
no se puede hacer nada. Las masas, los pueblos, tienen los gobernantes y el destino
que ellos mismos eligen, y su elección puede ser desacertada. Si el pueblo elige
liberar a Barrabás y condenar a Jesús, se verifica lo elegido y el resultado de la
elección cae sobre las cabezas del colectivo que eligió. Ese tipo de elecciones
ocurren muchas veces, sin cesar, en la historia, y el resultado de tan continuada
nefasta elección es la triste situación del mundo actualmente. En nuestro país,
pertenece a ese tipo de elección desgraciada la que una mayoría de nuestro pueblo
hizo el 12 de marzo de 1986, cuando se aprobó en referéndum la permanencia de
nuestro país en la OTAN. También el 20 de febrero de 2005, cuando la población
en masa apo la propuesta Constitución de la Unión Europea, que carecía
totalmente de derechos ciudadanos. Y en otras muchas ocasiones, elecciones
generales, como esta de hace tres as. Resumiendo, se puede decir que, en contra
de lo que afirmaba el eslogan del 15-M, los ladrones impresentables e
incompetentes que nos gobernaron hasta ahora y nos siguen gobernando QUE
NOS REPRESENTAN.
Faustino Castaño (Gijón, 29 de junio 2016)