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n
g
g
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u
l
l
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a
r
r
.
(Salmo, 118:22), (1ª Pedro, 2:7)
Jesús les dijo: -¿No habéis Leído en las Escrituras?
La piedra que desecharon los edificadores, en piedra angular se ha convertido
...
(Mateo, 21:42), (Marcos, 12:10), (Lucas, 20:17). Jesús es:
l
l
a
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p
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”. (H
echos, 4:11).
H
H
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n
n
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g
u
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l
l
a
a
r
r
. (Efesios, 2:20).
¿De qué estamos hablando? El concepto de piedra angular se refiere, en el ámbito de
la construcción, a los elementos que constituyen el sustento de todo un edificio. En el
terreno religioso se usa como símil o símbolo de los valores o enseñanzas sobre los
que se basa una organización social, una civilización.
La historia que conocemos nos presenta el fracaso de pasadas sociedades y civiliza-
ciones por guerras y crisis que las afectaron. También el mundo que nos toca vivir
está inmerso en guerras y sufre graves crisis. El pasado siglo XX vio notorios fracasos
de esta civilización, que pretende hacerse mundial. Tras el fin de la Primera Guerra
Mundial se intentó la creación de una alianza real entre los pueblos, la llamada Liga
de Naciones”, y en este contexto se generó un caos global que condujo a la Segunda
Guerra Mundial. Tras el fin de aquel conflicto se implementó otro plan de un nuevo
orden global mediante la creación de las llamadas Naciones Unidas (ONU), reparto
del mundo entre las potencias victoriosas y un nuevo fracaso de la humanidad.
A
de-
m
ás
,
sobre la base de la teoría marxista, se emprendió en amplias zonas del mundo la
construcción del socialismo, un verdadero proyecto de nueva sociedad, con la preten-
sión de la abolición de toda explotación entre las personas
. L
a realización de aquel plan
portaba, ya desde el principio, el germen de una enfermedad que acabó por destruir
por completo el proyecto provocando otro gran fracaso de la humanidad.
Después se teorizó mucho sobre la creación de un “nuevo orden internacional” y la
construcción de Europa como casa común para los pueblos de ese continente. El re-
sultado real
,
de nuevo
,
es una especie de caos y desorden global colosal
... L
os actuales
conflictos de
U
krania
, O
riente
M
edio
,
algunas zonas africanas
,
el proceso del
BREXIT
y
otros latentes co
m
o los nacionalis
m
os separatistas
,
incluso en nuestro país
, m
uestran la
debilidad del sueño de
un orden internacional
y de la construcción de
E
uropa
. O
tros as
-
pectos de la crisis global son la inestabilidad política de varios países latinoa
m
ericanos
,
el auge de los agresivos fascis
m
os racistas
,
conflictos religiosos e inter
-
civilizaciones
,
la
miseria y migración de poblaciones masivas en muchos lugares. Desempleo creciente,
trabajo inestable
,
esclavitud y prostitución infantil
,
hambre
,
terroris
m
o
,
narcotráfico a gran
escala. La deuda externa de los países pobres en constante aumento, la insuficiente
atención al deterioro del equilibrio ecológico, el abismo cada vez mayor entre el nivel
de vida de los más ricos y los más pobres, la desigualdad de género... Nuestro mundo
actual es tan violento y desgraciado como el de cualquier época anterior.
B
oletín nú
m
. 59
- 1 de abril de 2024
¿S
e puede identificar la razón de tantos fracasos sucesivos en la construcción de una nueva
sociedad
m
undial ordenada y estable
? L
a descripcn de la la
m
entable situacn de nuestra
sociedad es un ejercicio inútil si no va aco
m
pañada de una indicación de la posibili-
dad de construir un tipo de sociedad alternativo
. E
s decir
,
se debe explicar por qué se debe
-
a haber procedido de manera que no se produjera el existente caos social.
A
partir de esta consideración
,
cuando juzga
m
os los sucesivos fracasos que tuvieron lugar
hasta ahora
,
nos halla
m
os ante la enor
m
e e i
m
portante tarea de diagnosticar la
(
s
)
causa
(
s
)
de la debilidad y la inestabilidad de nuestra sociedad y las que la precedieron. La con-
clusión a la que podemos llegar es que en la meta o escala de valores de los cons-
tructores de los siste
m
as sociales
,
faltó o fue cínica
m
ente traicionada una ética o moral
basada en el respeto al ser humano, incluso a la especie humana... es decir, a la huma-
nidad en general, o a cada persona concreta como mbolo pleno de toda la familia
humana. Se puede decir que:
l
l
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p
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.
S
í
;
cuando se aspira
,
en lugar del bien de la hu
m
anidad
,
lo al de la propia nación
,
grupo
étnico
,
tribu
,
clase o país
,
avanza
m
ás en inventar y fabricar ar
m
as y en potenciar siste
m
as
eco
m
icos injustos que en crear y perfeccionar estructuras sociales que garanticen la paz
y la igualdad
;
cuando se aspira al poder político no para trabajar a favor de los ciudadanos
sino del propio enriqueci
m
iento y de la propia fa
m
ilia
y de los fondos buitre
,
cuando se
aspira
,
en lugar de la salvación de la hu
m
anidad, sólo a la supre
m
acía de una religión
concreta
,
se e
m
prenden guerras religiosas y culturales
,
cuando el objetivo de la justicia no
es la persona
,
se tiende a castigar a los culpables en lugar de salvarlos para la socie-
dad
,
y se aplican la penas de
m
uerte co
m
o ocurre en varios pses del
m
undo
. El
afán de
dominio
,
el patriotis
m
o
...
incluso la lucha de clases
,
no son una buena base para construir
una sociedad sobre ellos; pueden servir para i
m
pulsar a la gente a la lucha y vencer si
es posible, pero no se puede construir nada duradero y estable sobre ellas.
La piedra rechazada, sin la cual nada se puede construir, es el amor a la humanidad.
Jesús lo concretó en su mensaje, en las Bienaventuranzas que postulan buscar la paz y
la justicia, aborrecer la codicia, actuar con amor y misericordia. Un verdadero nuevo
orden internacional sólo puede ser algo serio si se basa en
una ética humana y una escala humana de valores, en una
ideología y una cultura de no violencia y respeto por la
vida, de solidaridad y de relaciones económicas justas, de
tolerancia
,
de no discri
m
inación
,
de igualdad
,
ta
m
bién entre
varones y mujeres, de respeto a la Tierra en la que vivimos
y a su pureza y equilibrio ecológico...
T
al escala de valores tiene nada o
m
uy poco que ver con las
actuales prácticas políticas y econó
m
icas del siste
m
a do
m
i-
nante
. S
ería un ger
m
en o punto de partida de una nueva civi-
lizacn hu
m
analo en la
m
edida en que se convierta en una
inspiración general, un fundamento ético de la sociedad
.
Vale la pena considerar esto cuando todo lo construido so-
bre cieno y arena se está hundiendo ante nosotros.
LA MEDIOCRIDAD EN EL
SEGUIMIENTO DE JESÚS
T
iene poderío el que se i
m
pone y manda sobre los demás.
Y
los de
m
ás se le someten. En este sentido, el que maneja
el poder es el más importante. Este criterio
más bien un
hecho
viene dañando a la Iglesia desde su inicio.
E
n el
E
vangelio quedaron patentes los enfrenta
m
ientos que
los primeros discípulos tuvieron con Jesús, y entre ellos
mismos, precisamente por acaparar el poderío, el mando
y la dominación en la comunidad de seguidores.
Pretender seguir a Jesús con la condición de que ese
seguimiento no toque nuestra seguridad, nuestra dignidad
y, por supuesto, nuestra vida, no es seguir a Jesus. Las
personas que practican la Religión y se quedan (sin más)
en eso, suelen pensar como pensaba Pedro cuando se
enfrentó a Jesus. No dan más de sí.
La clave del problema que planteó entonces Jesús es
tremenda: Si alguno quiere venir detrás de mí, que se
niegue a mismo, cargue con su cruz y me siga. “La
negación de mismo no va contra la búsqueda de
mismo, sino contra la auto-conservación de quien vive
fijado en su propio yo.
L
os dispulos de
J
esús lo dejaron todo por ir y estar con él.
P
ero en las tensiones que hubo entre Jes y sus discípulos
se ve clara
m
ente que aquellos ho
m
bres
seguían fijados en
su propio yo
. M
ientras Jesús fue un triunfador que atraía
a la gente y era admirado por el pueblo
,
aquellos ho
m
bres
lo dejaron todo y se fueron con él
. P
ero cuando se dieron
cuenta de que Jesús era un ho
m
bre a
m
enazado que anunciaba
un fracaso final
,
se vio que aquellos presuntos seguidores
eran en realidad hombres que estaban dispuestos a triun-
far con Jesús
. P
ero cuando Jes
m
is
m
o anunció que le es-
peraba un fracaso
m
ortal
,
el a
m
biente del grupo se enrare-
ció. Jesús les decía que, si querían seguirle, debían car-
gar con la cruz, que era lo más patético y peligroso que
se le podía decir a un ciudadano del Imperio.
Tiene poderío el que se impone
y manda sobre los demás. Y los
demás se le someten. En este
sentido, el que maneja el poder
es el más importante. Este cri-
terio, que es una realidad de he-
cho, viene dañando a la Iglesia
desde su comienzo.
S
i alguno quiere venir de-
trás de
m
í
,
que se niegue a
m
is
m
o
,
cargue con su
cruz y me siga.
¿P
or qué esta especie de
“m
ediocridad
en el segui
m
iento,
trandose precisa
m
ente de ho
m
bres que
l
o habían dejado
todo y habían seguido a Jesús?
Jesús les hizo a los Doce una pregunta incómoda: De
qué discutíais por el camino?. Ninguno respondió.
Todos se callaron, porque en el camino discutieron
entre ellos quién era el más importante. Jesus les dio
esta consigna fundamental: Si alguno quiere ser el
primero, que se ponga el último de todos y se haga el
siervo de todos.
Esto es ir directamente a la inclinación natural que tene-
mos de centrarnos en nuestro propio yo. Una inclinación
que preside nuestra conducta, incluso sin darnos cuenta,
de manera que cada uno tiende a pensar que es el que
lleva razón, el más importante, el primero, el que está por
encima de los demás Esa tendencia nos condiciona y
suele ser la razón decisiva de nuestro comportamiento. Y
lo peor de todo es que lo vivimos tan intensa como in-
conscientemente.
Ponerse el último, al servicio de los demás es llevar a la
práctica la batalla contra el ego dominante. Jesús lo sim-
boliza como la aceptación de las personas incluso en su
condición más humilde. Tomando a un niño lo abrazó y
dijo: Quien reciba a uno de estos niños en mi nombre,
a me recibe. Y quien me recibe a mí, recibe al que
me envió. Comprenderemos la enseñanza que aporta
esta pasaje evangélico si tenemos en cuenta que en la
época de Jesus, la figura del niño significaba lo más des-
amparado e insignificante de la sociedad. Al igual que los
esclavos, los niños carecían de derechos, eran seres in-
significantes. Hasta el extremo de que a un niño se le
podía abandonar, vender como esclavo e incluso tirarlo a
la basura si era un bebé.
Si el seguimiento de Jesús implica y significa la dispo-
sición al despojarnos de lo que nutre nuestro ego, se
comprende que incluso sus primeros discípulos fueran
reacios a asumir esa escala de valores, y cuando Jesus,
camino de Jerusalén, iba derecho al fracaso y la muerte,
los incipientes fundadores de la Iglesia, discutieran cuál
de ellos sería el primero, el más importante, el que tenía
que estar al frente de los demás.
Estaba naciendo la Iglesia. Y, con la Iglesia, estaba
naciendo también la contradicción más peligrosa e in-
consciente que se puede vivir en asuntos religiosos. La
contradicción en que vivieron los primeros discípulos de
Jesús, que es exactamente la misma contradicción que la
Iglesia sigue viviendo.
Si alguno quiere ser el pri-
mero, que se ponga el últi-
mo de todos y se haga el
siervo de todos.
Quien reciba a uno de es-
tos niños en mi nombre, a
me recibe. Y quien me
recibe a mí, recibe al que
me envió.
La contradicción en la que
vivieron los pri
m
eros dis
-
pulos de Jesús es la
m
is
m
a
que la
I
glesia sigue viviendo.
17.03.2024 | Joaquín Sánchez, sacerdote
¿Q
ha pasado en nuestra historia
para que ese proyecto del
R
eino de
D
ios
se haya desdibujado y la idolatría del
dinero tenga una gran relevancia en la
vida diaria eclesial? El conflicto dentro
de la Iglesia se encuentra que hay una
Iglesia que quiere vivir desde el Reino de Dios y otra Iglesia que hace del
dinero su Dios. Es el conflicto entre los que creen que “no se puede servir
a Dios y al dinero” y los que sin negar esta máxima evangélica actúan
afirmando que el dinero es lo primordial. Es el conflicto entre lo que
reafirman que amando al hermano y la hermana se ama a Dios y los que
afirman que a través del dinero se ama a Dios. Es el conflicto en los que
ven a Dios en los empobrecidos y los que ven a Dios en la cuenta de
resultados, en las construcciones y en las complicidades con los
poderosos. No podemos negar que participamos de esa idolatría del
dinero, estando la diferencia que unos lo ven como un pecado y otros
los ven como una bendición de Dios.
El proyecto vital de Jesús fue el Reino de Dios, un reino de justicia,
fraternidad, reconciliación, paz, misericordia, libertad, responsabilidad y
compasión. Un reino que había que comunicarlo no solo con el mensaje,
sino con la propia vida y ahí estaba y es la credibilidad en juego
,
porque sin
coherencia no hay aceptacn de esa persona que nos escucha
. S
i habla
m
os
de que tenemos que ser buena noticia para los pobres, no podemos
dedicarnos a construir retablos de gran valor económico o mantos de oro o
plateados para las imágenes de la Virgen. Si decimos que tenemos que
estar al lado de los empobrecidos, de las víctimas de la historia, no
podemos estar al lado de los enriquecidos, los verdugos de la historia.
Se oye poco la expresión ‘Reino de Dios’ y se oye mucho el término
‘Iglesia’. Se oye más la palabra ‘obispos’ que la palabra ‘pobres’. Y, la
pregunta es por qué y la respuesta, en gran parte, la encontramos en la
idolatría del dinero. Un reflejo de esto es el hecho de que muchos
sacerdotes no quien ir a parroquias que se denominan marginales o
rurales y prefieren “parroquiones”, donde se mueve mucho dinero y son
parroquias consideradas de mucho prestigio.
E
n el inicio
,
J
es dijo a sus discípulos que no llevaran
m
uchas cosas
,
sólo
las necesarias, y que no cayeran en la tentación del poder como hacían los
poderosos, sino que siempre fueran los últimos y al servicio de la gente.
Nosotros nos hemos llenados de objetos y de poderes que se ha
reflejado en cuestionar el proceso abierto del sínodo por el papa Francisco.
Cuando Jesús va a orar a la casa de su Padre (Juan 2, 13-35) y se
encuentra todo un mercado de ventas de bueyes, ovejas y palomas y un
sistema financiero, los cambistas, arremete contra ellos expulsándolos y
acusándolos de haber convertido un lugar der oración en “una cueva de
ladrones”. ¿Qué podemos responder ante la pregunta de si hemos
convertido los templos en espacio de mercado más que de oración, de
encuentro personal y comunitario con Jesucristo? Lo dejo en abierto para
que cada uno lo responda como considere.
Antes de concluir, quería traer aquí un hecho que fue muy doloroso. Fue
en un momento de gran sufrimiento para muchas familias que eran
desahuciadas por los banqueros y banqueras, los bancos son edificios,
no pueden desahuciar-, que les destruían sus hogares y sus vidas y ante
esta situación la Conferencia Episcopal Española guardó un silencio
atronador. Los sindicatos policiales, sectores de la magistratura, hasta el
sindicato de cerrajeros, pedían que se suspendieran los desahucios y se
consideraran un problema social, no judicial. La Conferencia Episcopal
Española no decía nada, porque no quería molestar a los banqueros y
banqueras, no quería denunciar la crueldad de un sistema que recibió
miles de millones de euros para tapar sus deudas provocadas por su
avaricia, codicia y ambición de poder. Con su silencio se hizo cómplice.
En este sentido, se creó la Fundación Madrid Vivo vinculada a la
Iglesia aunque se declare aconfesional y formada por los grandes
empresarios y empresarias; de nuevo la idolatría del dinero en su máxima
expresión. Aquí estaban los grandes banqueros y banqueras. Jesús de
Nazaret volvería a decir no convirtáis la casa de mi Padre en una cueva de
ladrones. Menos mal que el papa Francisco en el Primer Encuentro de
Movimientos Populares apoyó a todos los movimientos que luchan por el
derecho a la vivienda, al techo.
Tenemos que recuperar no solo el término Reino de Dios, sino
también el compromiso con este reino que es utopía y esperanza para
un mundo desgarrado y roto por tanto dolor causado por la inhumanidad
que nace de la idolatría del dinero.
L
a
M
isericordia de
J
esús
, “
hace lío
co
m
o dice
F
rancisco
. N
o es nada
m
odosita y
falsamente
prudente” sino que es conflictiva, como lo demuestra su actitud tajante ante los mercaderes
del templo o su enfrentamiento con los fariseos y escribas “dueños” de la religión a quienes
trata como “hipócritas” o con su rey Herodes, a quien llama despectivamente “zorro”.
T
a
m
bién cuando advierte que es
m
ás fácil que un ca
m
ello pase por el ojo de una aguja a que un
rico entre en el
R
eino de los cielos o cuando no da chances al rico
E
pun en el infierno y lleva
consigo al pobre
L
ázaro al seno de
A
braha
m.
S
us pabolas ponen el dedo en la llaga
,
quitan
la falsa seguridad del hijo
cu
m
plidor
que se queda con el padre
,
pero ter
m
ina juzgando
a su her
m
ano pdigo
. J
es habla de otro tipo de Justicia
,
la de
D
ios fundada en la
M
isericor-
dia y que paga lo
m
is
m
o a jornaleros de diferentes
m
o
m
entos
,
perdona setenta veces siete
,
tiene
más esperanza en prostitutas y publicanos arrepentidos que en la gente piadosa, etc.
J
es
m
arca un ca
m
ino diferente al ir a las periferias en vez de los centros de poder establecidos
,
que es co
m
o uno i
m
agina que se ca
m
bian las cosas y co
m
o el de
m
onio lo tentaba en el desierto
.
J
esús confía en que la renovación de la vida proviene de la acción de
D
ios a partir de los
descartados y expulsados de los siste
m
as
. É
l vino a buscar lo que estaba perdido
(L
c
9,10
)
El Hijo de Dios se hizo pueblo pobre y trabajador, de aquellos que están ausentes de la
toma de decisiones de las naciones pero que desde la puerta de al lado mantienen el mundo
con su trabajo y silencio. Pero también se hizo antisistema por no ser cómplice de
templos manipulados por mercaderes, de sociedades gobernadas por corruptos y falsas
meritocracias para legitimar las injusticias con otros seres humanos.
Él es la piedra que cualquier arquitecto desecharía y que se ha convertido en piedra
angular del nuevo Templo de los Bienaventurados, los únicos que entran sin pasaporte
al Cielo y a quienes hemos de apegarnos de corazón, si queremos compartir su Gloria.
El abrió las puertas de la Resurrección desde el aparente fracaso humano de la Cruz.
Jesús no ha venido para que nos “porte
m
os bien” en un
m
undo que no funciona bien
. E
n un
mundo injusto, el lugar del justo es la cárcel o la muerte (Ghandi). Desestabiliza la
m
oralina burguesa
,
m
oda con los beneficios producidos por las estructuras injustas de
las cosas co
m
o esn
. P
orque este
m
undo
,
creado con tanta belleza y posibilidades para todos,
no funciona bien como lo demuestran las guerras millonarias que matan y pauperizan, el
hambre y la falta de bienes básicos de un tercio de la humanidad, el abuso y descarte de
millones de seres humanos deambulando en pateras existenciales y que “no importan” a
pesar del inmenso desarrollo tecnológico actual que puede solucionar tanto dolor.
S
in e
m
bargo
,
unos pocos dueños de casi todo
,
nos hacen creer que el proble
m
a lo tienen las
m
ayorías que son dueñas de casi nada
. E
l irónico discurso legiti
m
ador es sie
m
pre el
m
is
m
o
:
D
emocracias formales”, con mercados “libres” que no son “entendidas” por la mayoría de
países y miles de millones de personas que son “tontos” y se “empecinan” en sufrir. Hablan
de un orden establecido ficticio, con grandes desigualdades, que siempre terminarán en
delincuencia, guerras, revoluciones y violencia…para volver a comenzar de nuevo.
S
olo la fraternidad nacida en la
P
ascua
,
el gran
derroche de la
M
isericordia hecha carne
,
puede darnos
una perspectiva hisrica distinta
,
una
E
speranza
nueva
,
un nuevo orden de a
m
or
.
Jesús vino para ca
m
biar las cosas
. E
se cambio
continuo se llama Reino de Dios y su Justicia.
Lo quiere llevar a cabo con nuestra participa-
ción
. “E
l Dios que te creó sin ti no te redimirá sin
ti” (S.Agustín). No se confor
m
ó con
denunciar
”.
Él
hizo el
R
eino
. A
su
m
iendo todo lo hu
m
ano, re-
creó con su Misericordia una nueva realidad a partir de la que ya existía
. R
edi
m
ir es
m
ás
grande que aniquilar para comenzar de cero.
É
l curó nuestras heridas
,
co
m
enzó con lo que ya existe, con nuestras pobres vidas cuando
admitimos su amor transformador. Un proceso llamado Historia de Salvación y que llega
hasta el final de los tiempos donde habrá cielos nuevos y tierra nueva y todos, personas y
civilizaciones, seremos juzgados en el amor.
El gran impedimento sigue siendo el mismo pecado original de la soberbia, no apreciar con
humildad lo recibido sino pretender “ser como dioses” (Génesis, 3,5), usurpando el lugar de
Dios para someter a los hermanos.
El pobre, templo de Cristo profanado por los mercaderes
Pero también el templo se mercantiliza cuando legitima poderes o ideologías, tranquiliza
conciencias perversas, y justifica violencias. La religión del mercado y el poder tiene su
ritual de sacrificios humanos, que nunca son suficientes para llenar las arcas de
paraísos fiscales y lujos descabellados.
Antiguamente las guerras venían después de grandes sequías donde el alimento escaseaba y
la gente se rebelaba. Hoy las guerras son por la acumulación y el lujo, aunque a la
población le vendan discursos patrióticos e ideologías de mercado. En este punto, la
religión suele ser usada como justificación de sistemas que agreden la dignidad de muchos
humanos u opio de los pueblos que adormece conciencias.
L
a pregunta es si santifica
m
os el te
m
plo de
D
ios en los innu
m
erables rostros de
J
es que tienen
hambre, inocentes de las guerras, inmigrantes y refugiados, bebés por nacer, ancianos nece-
sitados de compañía, etc. O estamos tranquilos con nuestra conciencia porque cumpli-
mos”! con oraciones y rituales de templo aunque el otro no nos importe. En este caso se-
re
m
os
m
plices de esta idolata que todo lo reduce a beneficio eco
m
ico in
m
ediato
,
poder
y destrucción sobre los demás, prestigio y placer a costa del dolor de la mayoría humana.
A
partir de Jesús
,
el lugar del encuentro con Dios ya no es el templo con sus sacerdotes y
rituales
,
sino el pobre, su Presencia vicaria. Dios ya no se encuentra en la aparatosidad de
sacralidades inventadas por los clérigos sino en la misericordia de las relaciones humanas.
Los templos no son más importantes que los seres humanos, sino que deberían ser
siempre recordatorios, símbolos y estímulo del compromiso con el otro. Cada ser humano
es una piedra viva y real del santuario que Dios quiere.
El criterio del único juicio que interesa es: “Cada vez que dejasteis de ayudar a uno de
estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo” (Mt 25, 45). Jesús
garantiza así, digan lo que digan los mercaderes de ayer y de siempre, que el templo
del encuentro con Dios es el necesitado.